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miércoles, 22 de diciembre de 2010

HISTORIA DE NAVIDAD (y IV)


EL ÁRBOL DE NAVIDAD

En centroeuropea y norte de España existió desde muy antiguo un culto al árbol y al bosque en general. La dendrología tiene diversos orígenes, uno de ellos de clara influencia celta, pero su culto no era sólo religioso, también tenía un significado en la vida social, política y legal.

El roble era el árbol sagrado entre los celtas, el “Árbol del Solsticio” por excelencia que era adornado con manzanas y otras ofrendas. Y sus troncos eran quemados en diciembre para que cuidara los hogares con su fuego sagrado y guiara a los espíritus de los familiares fallecidos en su vuelta a casa. Este rito se conserva hoy día en los Pirineos aragoneses con la tradición de La Tronca, El Tió catalán o El Cepo de Nadal gallego por citar sólo unos cuantos. Sus cenizas servían para fertilizar los campos, curar heridas del ganado y como talismán benéfico contra toda clase de sortilegios. En el Antiguo Testamento también se habla de los árboles sagrados que eran utilizados para celebrar juicios y reuniones bajo sus copas. Los romanos colgaban máscaras del Dios Baco en los pinos en sus ritos de fertilidad.


Curiosamente, son muchos los que creen que la tradición de adornar los árboles en Navidad es una costumbre moderna y lejana de nuestras tradiciones populares, lejos de ello, los ritos y tradiciones botánicas navideñas se pierden en la noche de los tiempos de la vieja Europa y son más antiguos que la propia tradición del pesebre. Lo que pasa es que, aunque los ritos son ancestrales, la documentación sobre el árbol de Navidad es mucho más reciente que la que se refiere al pesebre. En Alemania y Suecia son los protestantes los que potencian el árbol en contra del Belén, incluso se llegaron a inventar leyendas sobre el árbol con el propio Martín Lutero como protagonista. Aunque en la propia Alemania coexistieron el árbol de Navidad y el Belén durante mucho tiempo.

El Tió catalán

En obras literarias como las que conforman el círculo artúrico y en romances bretones muy antiguos, se describen árboles adornados con luminarias, estrellas y coronados con un niño Jesús simbolizando el Sol. Charles Dickens en su primera novela Las Aventuras de Pickwick de 1837 no habla del árbol en su descripción de una Navidad campesina, pero en 1869 en sus Nuevas Historias de Navidad hace un prólogo con un ensayo sobre esta tradición. Goethe en Werther habla de un árbol adornado con golosinas y las figuras del pesebre colgando que el protagonista vio en 1765 en la ciudad alemana de Leipzig.

El Esteru de Cantabria

Los primeros documentos que nos hablan del árbol de Navidad están fechados en los siglos XVI y XVII en Alsacia como nos indica Néstor Luján en un trabajo sobre este particular. Pero será en el siglo XVIII cuando la tradición se consolide en Estrasburgo y se extienda por Alemania. A Inglaterra llegó el árbol al palacio de Buckingham de mano de la reina Carlota, esposa de Jorge III. Desde entonces, aún se conserva la tradición en la que la ciudad de Oslo envía un abeto navideño a Londres para plantarlo en Trafalgar Square. Según nos sigue contando Luján, aunque en Alsacia el árbol navideño era una tradición muy antigua, en París no se conocía hasta que una española, la emperatriz Eugenia de Montijo y su esposo Napoleón III, lo pusieron de moda.

El Olentzero vasco

El árbol de las tradiciones germánicas y escandinavas se popularizó en el siglo XIX en Inglaterra, los inmigrantes protestantes llevaron la tradición a Estados Unidos y luego, como tantas otras cosas, volvieron estas costumbres a la vieja Europa aumentadas. En España, es relativamente moderna la tradición del árbol, como lo son los adornos que los guarnecen, antiguamente estos adornos eran ofrendas como manzanas, galletas con forma de figuras, flores, lazos y velas como símbolo de la luz del solsticio para unos, o de la luz divina para otros.

© JAVIER CORIA

Publicado originalmente en la revista CLÍO, año 3, núm. 27, del mes de enero de 2004

HISTORIA DE NAVIDAD (I)

HISTORIA DE NAVIDAD (II)

HISTORIA DE NAVIDAD (III)

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