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viernes, 26 de febrero de 2010

RITOS FUNERARIOS


GALICIA: La leyenda de la “Santa Compaña” o la peregrinación a San Andrés de Teixido (“vai de morto quen no foi de vivo”), con claras influencias druídicas sobre la transmigración de las almas, son algunas de las curiosas tradiciones que aún existen en Galicia en torno a la muerte.

Entre ellas destacamos las procesiones votivas de las mortajas o procesiones de los ataúdes. Son varias localidades gallegas donde se realizan estos cortejos fúnebres figurados que proceden de la Edad Media. La Romería de los Milagros de Amil o la de Santa Marta de Ribarteme en Pontevedra son muestra de ellos.

En La Puebla del Caramiñal, en A Coruña, el tercer domingo de septiembre y dentro de la Fiesta del Divino Nazareno, tiene lugar la Procesión das Mortaxas que data del siglo XV. En ella los oferentes u ofrecidos, desfilan dentro de un ataúd portado y seguido por sus familiares simulando su propio entierro. Luego los ataúdes son subastados o quedan como exvotos en la iglesia y comienza la fiesta donde, como decía Álvaro Cunqueiro: “Los muertos comen con los vivos”. Promesas o el considerarse salvado de la muerte o la enfermedad por algún milagro, suelen ser los motivos que llevan a realizar este curioso ritual que, de alguna forma, pretende engañar a la parca, pero también es la expresión plástica del rito que encontramos en todo camino iniciático que comienza con una muerte simbólica y una resurrección, un renacer a lo nuevo.

EUSKADI: De la tradición vasca sobre los “ritos de paso”, comentamos aquí el que se refiere a “Los caminos de los muertos”. Con el nombre de hil-bidea (camino del cuerpo) o anda-bidea (camino de andas, por el tablero con dos varas paralelas utilizado para transportar al difunto) se conocían unas sendas o caminos que usaban los habitantes de los caseríos dispersos para llevar los cadáveres al cementerio del pueblo. Cada caserío o grupo de ellos tenía su propio anda-bidea que venía marcado por la tradición y la costumbre, no importaba que hubiera caminos más cortos y cómodos, nadie osaba llevar a sus muertos por otro camino que no fuera el marcado por sus antepasados. Por él venía el cura a dar el viático, el sacramento de la eucaristía a los enfermos en trance de muerte, precisamente viático procede del latín viaticum que es vía o camino, y por dicho sendero se conducía al muerto hasta su última morada. Una ley no escrita prohibía construir casas junto a estas vías, cultivarlas o vallarlas, allá por donde pasara la comitiva mortuoria se convertía automáticamente en camino franco, en camino público. Cosa que tenían muy presente los propietarios de los terrenos lindantes que debían vigilar que estos cortejos no entraran en sus tierras convirtiendo así el terreno pisado en tierra baldía.

© JAVIER CORIA

FOTO: "Procesión de los ataúdes" de Ribarteme. Esta imagen se ha publicado en diversos sitios de Internet, me ha sido imposible encontrar autor o si está sujeta a derechos. Si fuera así y se me comunica, será retirada. O si alguien conoce autoría se pondrá aquí como viene siendo habitual en este sitio.

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